EL DESORDEN QUE DEJASTE

 Entraste sin pedir permiso,
como quien abre una ventana
y deja que el viento irrumpa,
sin medir el caos que provoca.

Te metiste en mi mente,
pasillo por pasillo,
hurgando en cajones
que ni yo recordaba.

Moviste las sillas de lugar,
colgaste cuadros torcidos,
derribaste paredes
y pintaste de colores
mis pensamientos más grises.

En mi cerebro dejaste huellas,
no como pasos,
sino como raíces
que siguen creciendo
aunque intente ignorarlas.

Y aquí me tienes,
mirando el desorden,
sabiendo que algo en mí
nunca volverá
a estar en su sitio.