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viernes, 7 de mayo de 2010

El afilador de recuerdos

A horas tempranas de la mañana, recostada en la cama, despeinada y con los ojos a medio abrir, puedo escuchar una musiquita encantadora de melodía contagiosa. Proviene de la calle, alguien la hace sonar una y otra vez. A medida que pasan los segundos parece acercarse más y más. Es el joven afilador de cuchillos, empujando su vieja bicicleta y haciendo sonar su flauta de pan. Hacía mucho tiempo que no la escuchaba, y no lo puedo evitar, que esa melodía siempre me evoca a años atrás, cuando vivía en otro lugar y cada mañana me asomaba a verle tocar.