Es realmente increíble tener la posibilidad de pasear durante el frío invierno abrigada hasta los pies por la playa, sentir la húmeda arena y el mar en calma acariciando la orilla. Te devuelve la consciencia sobre el tiempo: ayer dabas un paso y mojabas tu cuerpo (semi)desnudo, y hoy te mantienes atento de que el mar no alcance tus zapatos. En verano todo es distinto. O en invierno, según se mire...