Páginas

sábado, 8 de octubre de 2011

Es culpa tuya

¡Qué injusto!

Tú vas desprendiendo ese encanto,
eclipsándome con esa sonrisa.
Vas cautivándome con cada palabra,
con cada gesto,
te acercas y te alejas a tu antojo,
me miras a los ojos,
me saludas y te despides.
Dejas la huella y después desapareces.

¡Qué injusto y qué fácil es para tí!

Lo difícil es guardarme para mí sola cada instante,
callarme cada latido y salvaguardar las distancias.
Porque se sabe,
que si sobrepaso el límite se acabó,
quedará la despedida en el tiempo
y nunca jamás volveremos a encontrar el saludo.
Que injusto y que difícil es para mí
callar mientras tú gritas todo ese deseo.
Pero no quiero quedármelo para mí sola,
no,
esto es culpa tuya.