la oscuridad me habita,
el silencio es ruido
y la emoción me ahoga.
Los sentimientos,
desordenados.
Muevo mi cuerpo.
Me esmero.
Juego.
Salto.
Canto.
Y él siempre me devuelve a casa.
A mis personas.
Las que agitan mi desorden,
y traducen todo ese caos
en hogar.
Y me abrazan
—me juegan—
—me saltan—
—me cantan—
con el cuerpo, sí,
y con todo.
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