A horas tempranas de la mañana, recostada en la cama, despeinada y con los ojos a medio abrir, puedo escuchar una musiquita encantadora de melodía contagiosa. Proviene de la calle, alguien la hace sonar una y otra vez. A medida que pasan los segundos parece acercarse más y más. Es el joven afilador de cuchillos, empujando su vieja bicicleta y haciendo sonar su flauta de pan. Hacía mucho tiempo que no la escuchaba, y no lo puedo evitar, que esa melodía siempre me evoca a años atrás, cuando vivía en otro lugar y cada mañana me asomaba a verle tocar.
3 comentarios:
dono una volta pel teu blog
salutacions des de Reus
Recuerdo alguna vez haber oido
la flauta del afilador, precisamente cuando vivia en mi pueblo, con tu post volvi a recordar aquellos dias.
un placer leerte.
feliz semana.
eii!! com va tot. ja veig que a tope escrivint eh!
1 peto carmen!
pere
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