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domingo, 11 de enero de 2009

Ella

Avui es regalen il·lusions que no han sigut demanades, uns a uns altres, i de sobte esdevenen contagioses; a mi m'acompanyen lletres que havia llegit a vegades als ulls, però no a un full:

Silencio.
Brisa que toca y aleja condescendiente.
No es hora de molestar.
El momento.
El silencio se deja escapar entre los goznes de la puerta. Ella no puede más, se encierra para dar cobijo a su inútil cobardía.
Estar sola.
Que el silencio no la perturbe en su infinta soledad, quiere estar sola y a la vez huye de toda soledad. Marcar un número como al azar, enviar un mensaje como en una botella arrojada al mar.
Lanzar un grito.
Esperar... Esperar que tal vez llegue, llegue a su destino. Llorar por el simple hecho de hacerse la víctima consigo misma. Reír por el miedo a sentirse tan triste y tan ridícula.
Esperar con el motivo de que todo llega en lugar de buscar. Buscar qué y para qué... Todo... Nada tiene sentido; poner sentido, un culpable que se disfraza de otro que no es ella.
Culpar, culparse, mandar todo a la mierda.
Querer escapar, pero escapar de sí misma, del silencio, del dolor que se siente de no quererse, de engañarse y decirse que todo cambia, que todo llega, y no lanzarse como lo había hecho años atrás.
Odio a tener miedo, ¿de qué? ¿Por qué? De que le hagan daño otra vez.
Agarrar, esconder en su puño algo que palpita y siente. Jamás lo mostrará, es suyo, se queda callado, ya no palpita, la deja sola. Sola, triste, ni siquiera está el silencio.
El silencio escapó hace ya rato. La dejó sola. Tal y como ella quería.

Ahora es ella quien le echa de menos.

Original de Elisa.

(Ben)Tornada de Tailàndia, i -refent- colocant pensaments.

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