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sábado, 1 de noviembre de 2008

L'androgínia

“Y sin que Armanda pareciera esforzarse en absoluto por lograrlo, me enamoré muy pronto de ella. Como iba vestida de hombre, no podíamos bailar, no podía permitirme ninguna caricia, ningún ataque; y mientras aparecía alejada y neutral en su disfraz masculino, me iba envolviendo en miradas, en palabras y gestos, con todos los encantos de su feminidad. Sin haber llegado a tocarla siquiera, sucumbí a su encanto, y esta misma magia seguía en su papel, era un poco hermafrodita. Pues ella estuvo conversando conmigo acerca de Armando y de la niñez, la mía y la suya propia, aquellos años anteriores a la madurez sexual, en los cuales la capacidad de amar abarca no sólo a los sexos, sino a todo y a todas las cosas, lo material y lo espiritual, y todo dotado de la magia del amor y de la fabulosa capacidad de transformación, que únicamente a los elegidos y a los poetas les retorna a veces en las últimas épocas de la vida. Ella representaba perfectamente su papel de mozalbete, fumaba cigarrillos y charlaba ingeniosa y con soltura, a menudo un poco burlona; pero todo estaba impregnado por Eros, todo se transmutaba en linda seducción al pasar a mis sentidos.”

Hermann Hesse, El Lobo Estepario


Les persones es busquen entre elles els ulls per llegir-hi allò que bull per dins; o també les paraules, per sentir com s’expressa el que hi ha a sota de la pell. S’adorna la seducció amb els cossos però es valoren els gestos o les paraules. I això –tot i estar condicionat pel gènere o pel mateix ambient social- quan és modelat amb els ulls, els llavis o les mans surt del cos sense tenir sexe: l’esperit pur és androgin. Tal i com deia Meret Oppenheiem, artista provocadora, sexualment i moralment desinhibida, que va viure els seus 72 anys de vida creient en el que des de casa li havien ensenyat, que la dona té les mateixes capacitats que l’home.


synesthésique*

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